viernes, 2 de septiembre de 2011

Luke y Yo


Luke, el perro de nuestro amigo Rodrigo Varela*, se perdió de su casa durante un mes y su familia nunca dejó de buscarlo. Le pedí a Rodri que nos contara su historia porque tiene final felíz y porque, como amante de las mascotas, me conmovió su búsqueda y me alegró el corazón su vuelta a casa. Los dejo con este relato maravilloso en primera persona:

Lo primero que se me viene a la cabeza es que pagaría por haberle puesto una cámara en su recorrida, los lugares donde estuvo, las cosas que comió, donde durmió, el frio, la lluvia. Seria increíble poder saber lo que hizo en 20 días de calle, pero prefiero ya no pensar en eso… solo quiero disfrutar de que esta acá, enrollado al lado mío mientras escribo este relato.

Era el día del cumpleaños de mi hermano, sábado común igual que cualquier otro, mi mamá estaba sacando unas bolsas de basura a la calle; para no pasar por la cocina salió directamente por el garage, lugar donde Luke es amo y señor. De tantas idas y vueltas con bolsas llenas, olvidó que el portón quedó abierto. Mi buen amigo, ni tonto ni perezoso, dijo “esta es la mía” (cabe aclarar que si bien la entrada tiene reja, el muy vivo se las ingenia para pasar por un pequeño agujero entre el piso y dicha reja) y salió siguiendo a una perra, un perro o simplemente por el hecho de que la naturaleza lo llamó. Al rato llega mi hermano diciendo que el portón estaba abierto; listo, Luke se fugó. Salimos rápidamente en su búsqueda, pero al no saber para qué lado pudo haber partido recorrimos los lugares que frecuentemente va cuando lo sacamos a pasear. Ya era de noche y realmente él conoce muy bien el barrio, entonces dijimos bueno volverá solo, como otras veces ya pasó. Mi mama se quedó toda esa noche en vela, sentada en el sillón mirando a la puerta, esperando escuchar su lloriqueo o aunque sea sus patitas chocando contra el piso de piedra. La culpa que sintió era inmensa, se notaba en su cara, era como la de un nene cuando lo retan y no sabe como pedir perdón.

Los días siguientes fueron de pura angustia, yo cuando llegaba a casa dejaba la reja abierta para que cuando volviera se acueste en la puerta a tomar sol como a él tanto le gusta, y abría la puerta esperando que el venga corriendo a recibirme. Pero eso no pasaba… era un vacio inmenso no ver a mi amigo, que me huela y me salude moviendo la cola, tirando con ella las botellitas de la mesita de licores.

Realmente no sabía por dónde buscar, los carteles no eran suficientes y la zona inmensamente grande, por eso me volqué a las redes sociales y la internet, y me sorprendí con el resultado: mucha gente difundió el mensaje y se intereso por su búsqueda, las palabras de aliento no dejaban de llegar y la fuerza era cada vez mayor. También llegaban mensajes de gente que lo había visto, en Olivos, Villa Martelli, Caballito, e incluso alguien lo vio en Rosario… ya lo dije antes, le gusta pasear.

Por cada mensaje era una recorrida siempre de noche y un día después de que supuestamente lo habían visto. Todas las recorridas fueron con el peor resultado, la emoción que sentía cuando me subía al auto para ir a buscar donde me habían dicho, mi cabeza solo pensaba en el momento en el que lo viera para gritar "Ahí está!!!", gritar su nombre y que venga corriendo hacia mí. Pero eso no pasaba… una tras otra las salidas eran frustradas, me bajaba del auto y volvía a mirar hacia atrás para ver si venía… y de nuevo eso no pasaba. Y la tristeza era abundante, cada vez necesitaba más de su cariño, su saludo, todas las noches me acostaba mirando su foto y pensando dónde estarás amigo? te necesito enroscado acá al lado mío, darte una caricia cuando me levanto y saludarte cuando te vas a dormir.

Una persona estaba convencida de que lo había visto en Villa Martelli aproximadamente a unas 40 o 50 cuadras de casa, pero me lo comunicó 3 días después de que lo vió. A los poco días otra persona llamó y dijo que vio un perro similar en Munro, pero esta vez lo había visto hacía dos días. Pero yo sentía que esa era la zona, ahí había que buscar. Luke estaba ahí, lo presentía, esa unión que tenemos me decía que estaba allí, que realmente el perro que habían visto era mi amigo, mi compañero. Todos los días me levantaba y pensaba en el momento de encontrarnos, imaginé miles de situaciones distintas, sabía que lo iba a encontrar.

Era un miércoles, el teléfono sonó y mi hermano atendió, una voz de mujer le preguntó "¿Uds. están buscando un perro siberiano marrón y blanco con ojos color miel?" si! respondió mi hermano, "está en una casa en Munro, el dueño tiene una perra en celo y ese perrito estaba haciendo guardia en la puerta, cuando yo pasé y lo vi me pareció que ese perro no era de la calle, así que le dije al dueño de la casa que lo tuviera con él mientras yo llamo a la familia que lo busca. Tal vez me equivoque pero vayan a ver si es él" dijo la mujer. Sin dudarlo mi hermano recogió su correa y salió a buscarlo. Llego a la dirección que la mujer le había pasado, un portón marrón y una reja. Se apoyo en el portón para sacar la dirección y corroborar que era ese el lugar donde le había dicho la mujer, de repente escucha un leve sonido y siente que algo le empuja el pie, por debajo del portón salía un pequeño hocico marrón que emitía un lloriqueo muy agudo y constante, era él!!. Tocó timbre y un nene se asomó, intentó abrir la puerta y Luke se metió entre ese pequeño espacio que había abierto para salir corriendo hacia mi hermano. Lloraba y saltaba de alegría, ladraba, movía la cola, hacia ruidos muy extraños, como cuando un amigo llega de sorpresa de un viaje de hace mucho tiempo. Una mezcla entre las lagrimas y el querer decir un montón de cosas, a la vez sumado a la necesidad de sentir a esa persona en tus brazos, eso era lo que Luke transmitía o quería decir.

Yo no fui quien lo encontró, fue mi hermano, el mismo que cumplía años el día que Luke se fue. Yo estaba trabajando cuando me llega un mensaje, "si venís a casa vas a encontrarte con una sorpresa", lo sabia, había vuelto. Sonreí en un lugar repleto de gente y se me cayeron varias lágrimas. Alguno me miraban de manera extraña no entendían por qué, el lugar no era emotivo ni mucho menos, pero a mí no me importó. Sabía que Luke estaba en casa, estaba bien y sólo pensaba en el momento de llegar, cerrar la reja para que no se escape y abrir la puerta para que venga corriendo a saludarme, mueva la cola y tire las botellitas de la mesita de licores. Y así fue aunque estaba bastante sucio y muy magullado, secuela de una jarana larga de la cual él no pago entrada. Pero sin duda lo más lindo fue cuando llegó mi mama, los sonidos y los movimientos inentendibles se repetían una vez más. Ella le pedía perdón, la culpa se limpiaba porque Luke estaba de vuelta en casa, aunque él no le pedía que se disculpe. Está feliz de volver, porque nunca quiso abandonar su hogar, solo se fue de gira y no pudo encontrar el camino a casa. Necesitó la ayuda de mucha gente que desinteresadamente nos dio fuerzas con el único rédito de que una familia sonría otra vez.

(* Rodrigo tiene 24 años y es estudiante de audiovisuales, compañero de Mariano y amigo de esta casa. Además, está de novio con Vanina, un solcito de persona)

2 comentarios:

  1. Lloré con este relato tan lindo! Que emocionante! y que bueno que haya gente copada todavía que se interesa por los demás y da una mano! Bien por luke :D

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  2. Gracias a Dios que puedieron encontrar a Luke :) me imagino lo que habrá sentido,ya que casi siempre mi perra "Chicha",se escapa de casa y tarda horas en volver jaja.
    Besos.

    P.D:ya la estoy siguiendo :D

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