viernes, 7 de diciembre de 2012

Bitácora de viaje: Budapest (la frutillita de la torta!)

Bueno, llegamos al último destino de nuestra travesía: Budapest: Si algún día vuelvo, voy a pasar más tiempo en esta ciudad porque realmente lo merece: me encantaría volver a caminar entre su gente tan amable, castillos imponentes (me sentía la prima del campo de alguna princesa, tooodo está lleno de castillos!), comida para paladares fuertes y... vino caliente (puaj! el olor me descomponía mal, volveré en verano cuando lo tomen frío!)

El viaje en tren desde Praga fue eteeerno, pero Amadeo se lo re bancó, sólo necesitaba "su" Iphone para entretenerse. Una vez que llegamos a la estación de Budapest, cambiamos euros, porque tienen su propia moneda, y en un banco que estaba en un rincón medio perdido de la estación, estaba en exibición... la mismísima Copa Davis! Así como si fuera un trofeo de papil fútbol...
Pasé la mano por sobre el cordón de seguridad para sacar una mejor foto con el cel, y vi que amablemente se me acercaba un señor vestido de civil... y me dejó más tranquila que al menos tenía custodia!
Hace tanto frío, que hay negocios enteros (y gigantes) dedicados sólo a las medibachas y calzas. Literalmente, podés encontrar lo que te imagines. A mi, que amo la ropa vintage, las ferias americanas (que están por toda la ciudad y hay muchísimas en todas las grandes ciudades que recorrimos) me decepcionaron bastante porque son más caras que comprar ropa nueva en los shoppings o grandes tiendas! Parece que la ropa usada está muy de moda, y eso tiene un precio demasiado alto. Buuuuuuu!

Me encanta cuando Amadeo indica con el dedito algo que le llama la atención a lo alto (suele ser una antena, un aire acondicionado o un tanque de agua) y dice "EZE, EZE"
Budapest, en realidad, son dos ciudades separadas por un río y unidas por puentes. Una es Buda (la de los castillos) y la otra es Pest (la más "moderna"). Por cuestiones políticas se unieron hace algunos años y desde el castillo de Buda (donde ahora funciona el Museo más grande de toda Hungría), se puede ver el Danubio separándolas.


Este fue el momento en que finalmende decidimos que Amadeo necesitaba tener contacto fluído con otros chicos. Si, llegamos y, a último momento, le conseguimos vacante para sala maternal. Nuestro ninja va a ir a jardín en el 2013!
Cada vez que pisábamos un museo y había chicos de escuelas de excursión, era imposible sacarlo del grupo. Hasta miraba para otro lado como diciendo " Perdón, quién es usted? Si yo vine con mis compañeros!"
Escuchando la audio- guía del micro turístico. Recomiendo que al llegar a una ciudad nueva, se suban al bus turístico: te da un pantallazo de lo más importante al mismo tiempo que te cuenta historia  y datos curiosos. Además, suelen tener más de un recorrido que con un pase de 48 hs. te sirve oara subir y bajar en los mejores puntos de cada ciudad.

No lo sabía, pero Budapest es conocido por su "paprika", sería nuestra versión más picante del ají molido.

También pasamos por el mercado central de Budapest, donde me di un antojito...
Uvas!!! estaban súper dulces! y era lo que necesitaba para combatir las náuseas del olor a comida agria y vino caliente que invade las calles! Si no fuera por los carteles de los precios que están escritos en húngaro y parecen rusos, todo en esta foto pareciera salido de un puesto de verduras y frutas de cualquier mercado de Buenos Aires, no? Viajar te abre la mente a las cosas increíblemente diferentes y te emociona cuando, a tanta distancia, te tropezás con cosas tan cotidianas y familiares....

Mi punto favorito de nuestro paso por Budapest fue el paseo en barco por el Danubio! Ver caer la tarde sobre los castillos, el parlamento antiquísimo y las siluetas de ambas ciudades iluminadas de noche, fue (déjenme decirlo por última vez!)... mágico! Y ahora entiendo el ritmo del "Danubio Azul", definitivamente, a partir de ahora, es mi vals favorito!

Cada puente tiene su arquitectura distintiva y su historia, pero todos fueron reconstruídos. Hungría fué uno de los países que más sufrió la devastación y los bombardeos de la segunda guerra mundial. Su historia es súper sangrienta, y habiendo siendo un pueblo tan sufrido, la gente es muy amables  simpáticos (para ustedes, berlineses!)


Esta vez, no fuimos a un hotel: alquilamos un departamento en la parte con más onda de la ciudad: era como estar en Palermo Soho: bajábamos del depto. y teníamos un montón de barcitos y restaurants llenos de gente joven y con onda, claro que no fuimos a ninguno: con un pequeño ninja a cuestas, teníamos que buscar lugares con un ambiente más familiar. Y bué, todo no se puede, che.
Un día me animé a darle una segunda oportunidad al pato a la naranja y no me decepcionó. Y un ninja usó los artefactos de la cocina para hacerse un sombrerito y hacernos un pequeño show nocturno antes de dormir y de volver a Barcelona para, de nuevo, volver a casa.

Volvimos a pasar un día más a Barcelona, ciudad que amé, y ya no veía la hora de volver a casa.
Todo este recorrido me dejó sobre todo el aprendizaje de que estando juntos, podemos estar en cualquier parte del mundo, comer cualquier comida, dormir en cualquier lugar (lujoso o pocilga), caminar cientos de cuadras, bajo el sol o con frío y lo que sea que nos toque ese día, y siempre la vamos a pasar bien. Amo a mis muchachos por eso. Y me encantó descubrir a esta Europa antigua, de cuentos de princesas. Pero saben qué? Estoy desesperada por pasar unos días en la selva, con río o mar, pero con clima tropical (ese que te dora la nariz y los cachetes!), con los pies descalzos en tierra colorada arcillosa...

Lo del clima tropical casi que lo tenemos ahora en casa, ja! que pasen un súper finde! Nos vemos el lunes!

Fotos Gaby Morales y Mariano Nesi

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