miércoles, 18 de septiembre de 2013

Mi nuevo-viejo tatoo

El lunes tenía cita programada con Gustavo para modificar, agrandar el tatoo que me había hecho justo dos años antes. En ese entonces, había sentido la necesidad de llevar en la piel esa dulzura de Amadeo que me rebalsaba el corazón... y ahora, sentí la necesidad de recordarme a mí misma a cada momento que vivo por la alegría de mis hijos y de los que quiero. Gaspar me enseñó en sus primeros días de vida, a no bajar los brazos, nunca. Y buscar su alegría por sobre todas las cosas... ya lo sabía de antes, pero ahora es ley: cuando un hijo sonríe, nada más importa y el mundo se detiene en ese lugar, en ese momento y creo que esa es la magia del amor: congelar absolutamente todo y vivir ese instante de felicidad pura y amor absoluto...

Llegamos al estudio de los chicos ( casi en la esquina de 898 y 843) y Gaspar parecía preocupado... hasta que le expliqué que esta vez, no lo iban a pinchar a él!

Y había tantos "dibujitos" por todas partes, que no sabía para donde mirar, jaja!
Llegó Lucas y algo en él hizo que Gazpacho se relajara y se matara de risa... qué habrá sido? jaja! No, woman, no cry....jaja!


Gus, bocetando
El primer tatoo que íbamos a modificar
Así iba quedando la idea...
Mati descubrió la magia de la botellita de oleo calcáreo de Gaspar... por alguna extraña razón, cada vez que la ve, se desarma en sonrisas y ajós!
Después de dos cesáreas, los tatuajes no duelen tanto...

No se dejen llevar por las apariencias... mientras más tatuados, más tiernos son los chicos! jajaja
Y así va quedando el resultado final... me encanta! Y adivinen quiénes son esos pajarillos? 
Fotos Gaby Morales

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