Hace dos días superé mi primera clase de manejo!!! Wiiiiiiii!!! Llegué a casa con las piernas temblado pero con una adrenalina que me corría por todo el cuerpo e hicimos un mini festejo con mi hermana y Romi, nuestra niñera estrella, en la terraza. Yo sé que lo normal es festejar cuando obtenés el registro, que es lo lógico porque eso implica el fin del aprendizaje y el comienzo de lanzarse al mundo sobre cuatro ruedas, pero para mí, que la idea de estar frente a un volante todavía me paraliza un poco, esto fué un logro enorme: me enfrenté a un monstruo gigante que vive en mi mente y gané la primera batalla! Así se siente enfrentar a tus miedos: juntar fuerza puede llevarte, en mi caso, años... si hasta dejé vencer un curso completo de manejo que Mariano me había regalado para una navidad hace cinco años! Bueno, yo me quedo con esta pequeña gran victoria, porque así como el miedo se alimenta del miedo en un círculo vicioso que es muy difícil de romper, la fuerza para enfrentarlos se alimenta de nuestros pequeños triunfos... y es que de a poco vamos normalizando nuestros logros como parte de lo cotidiano y dejamos de verlos como esos grandes trofeos que alguna vez fueron, pero está bueno recordarlos, saber que pudimos y que podemos. Para alimentar mi propia fuerza y al mejor estilo auto-ayuda, hice una lista de algunos logros que me soprendieron a mí misma... porque pude:
Nuestro primer viaje fuera del país: Fuimos a Ecuador sin tener nada reservado! Por primera vez me permití lanzarme a la aventura absoluta: recorrer rutas desconocidas, probar sabores absolutamente nuevos, sentarme en la mesa con extraños, caminar por calles que no sabía adónde me llevaban, subirme a un micro con gallinas adentro...todo fué parte de la primer aventura que alimentó las ganas de seguir viajando sin miedo!
Mi primer Bungee jumping! Era algo que había querido experimentar toda mi vida, y aunque las piernas se me paralizaban de miedo sobre la plataforma, cerré los ojos y salté al vacío, porque a veces, eso es todo lo que hay que hacer.
Llegar a casa con mi primer bebé. Tenía una alegría y una emoción digna del bungee! Pero ni bien pasamos por la puerta de casa, sentí pánico, pensé: adónde están todas las enfermeras? Qué se yo de cuidar a un bebé recién nacido? Pero ya había saltado al vacío, respiré hondo y me apoyé en Mariano... y no lo hicimos nada mal!
La semana de Gaspar en neonatología ni bien nació: ningún momento triste de mi vida se compara con este, llegar a casa sin mi bebé en brazos me rompió el corazón y no pude parar de llorar aún después de que le dieron el alta, pero un día... ese bebito que yo sentía tan frágil, me miró a los ojos y me sonrió! Y yo interpreté que esa era una invitación para hacer un pacto entre nosotros y dejar el dolor atrás... Aunque parezca mentira, también hay que ser fuerte para mirar hacia adelante y decirle chau al dolor.
Instalar Todo el piso flotante de nuestra casa. Qué, una chica no puede? Era lanzarme al mundo de la construcción o esperar quién sabe cuanto hasta que pudiéramos ahorrar para pagar quien lo instalara! Un par de tutoriales online, mucho ibuprofeno para calmar el dolor de espalda y una amoladora fueron mis aliados y lo logré! Nos mudamos apenas terminé, así que parte de este hogar, ese piso que debería estar más brillante y sin embargo está lleno de juguetes desparramados, se hizo con mis propias manos!
Qué les parece hacer su propia lista, aunque sea mental, para recordarnos que somo grosos, grosos y que podemos enfrentarnos y superar todos nuestros miedos?
Qué tengan un finde adorable, con mucha fuerza para enfrentarnos a todo! Si, podemos!
Fotos Gaby Morales y Mariano Nesi. La primer foto es anónima, cortesía de Google.
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