viernes, 5 de agosto de 2016

Cómo convertimos un robo en una escapada romántica (según mi celu)

Primero lo primero: un retrato de mis hijos una vez por semana, todas las semanas



Durante la ultima semana de estas vacaciones de invierno, Mariano y yo nos tomamos cuatro días para viajara a Córdoba solos: cuatro días sin nuestros ninjas alrededor parecían una utopía, pero gracias a nuestras familias, lo logramos! Hacía un par de semanas, nos habíamos enterado por medio de un vecino que habían roto una ventana y que habían entrado a robar en nuestra casa de "El Durazno", pero como no habíamos dejado cosas de mucho valor, no lo tomamos como algo tan grave y decidimos pasar unos días tranquilos, reparando el daño y avanzando un poquito más con la preparación de la casa para el verano. Lo que más me dolió perder no fue lo más costoso: la pava eléctrica, medio frasco de shampoo y mi fernet que estaba casi lleno!!!

Mariano reparó y aseguró más una de las ventanas que está más expuesta, pero aprovechamos también para barnizar y pintar algunos muebles.

Así estaba adentro de la casa! El clima de la montaña se hace sentir en invierno! Entre las cosas que nos faltan está la calefacción: realmente no vamos a poder ir en invierno con nuestros ninjas hasta que tengamos salamandras y podamos calefaccionarnos con madera del bosque...

Pero, cuando salís al sol, la cosa cambia: realmente empezás a sentir calor! Al mediodía parábamos a hacer un descanso y almorzar mirando a las sierras, proyectando nuestros próximos pasos con la casa... Serán los años que no vienen solos, pero encuentro estos momentos de trabajo codo a codo, increíblemente románticos: de a poco nuestros proyectos toman vida y vamos por más! Además, Mariano siempre es un gran compañero de charlas y siempre me hace reír como nadie; realmente disfrutamos de nuestro tiempo juntos. y aún sin ninjas a la vista, los dos aparecían todo el tiempo en nuestras conversaciones, con un "Te acordás cuando Amadeo dijo tal cosa..." o "Y cuando Gaspar hizo tal otra..." Si, es bueno extrañarnos de vez en cuando!

Como premio al trabajo tan duro, empanadas caseras de una posada cercana, al sol!

Me encanta esta foto. Con el paso del tiempo (debe ser cierto que me estoy poniendo grande porque es la segunda o tercera vez que lo digo en este post, jaja), valoro cada vez más cada momento que paso con Mariano, lo increíble que es como papá y la suerte que tengo de que sea mi compañero. De verdad, me siento muy agradecida porque creo que el destino puso en mi camino al capitán del equipo de los buenos... cómo lo iba a dejar pasar?


Abrimos todas las puertas y ventanas para que la casa se llenara de aire fresco. A cada momento, no pude evitar pensar en qué voy a hacer y poner en cada rincón, no puedo evitar imaginar los momentos compartidos con nuestros amigos y familia mientras sigamos avanzando para terminarla, que como verán, probablemente no suceda nunca... quién nos mandó a hacer una casa de verano tan grande? jeje Pero... ay, los desayunos mirando el sol salir por las sierras, las tardes en el río, las nochecitas mirando el atardecer mientras juntamos frambuesas como la familia Ingalls, los zorros que vienen a buscar comida y de a poco se van convirtiendo en nuestras mascotas salvajes... Ay, verano... podrías apurarte un poco más en llegar?

Como realmente hacía mucho frío y nuestra casa todavía no está preparada para estas temperaturas, nos hospedamos en una posada chiquita pero súper cómoda en Villa General Belgrano. De verdad, me hubiera traído a casa la ducha caliente con la potencia del rio que baja por la montaña...

Y estos almohadones divinos!

Desde el primer momento en que decidimos viajar solos, Mariano me dijo "quiero invitarte aunque sea una noche a cenar al restaurante italiano que tanto te gusta", y no se lo dije, pero me invitara o no, íbamos a ir igual, jaja! De todas maneras, me pareció muy tierno que pensara en llevarme como en una cita porque sabe lo mucho que me gusta ese lugar: lo descubrimos este verano y en casa siempre hablo de Cinqueterre, de sus comidas increíblemente sabrosas y su ambiente de casa de familia italiana antigua que te transporta en el tiempo. Realmente, no pienso posible estar en Córdoba y no pasar a viajar con el paladar y con los sentidos en este lugar. Totalmente mi favorito (y eso que le gana a las parrillas de cabrito cordobés, eh!). La noche terminó con alguna copa de vino blanco de más, pero qué, son policías? jeje




La mañana en que partimos, con 9 horas de viaje en ruta por delante, el desyuno ameritaba una rica casa de té de estilo Tirol!

Y esta porción de estrudel alucinante para compartir... un poco.

Entiendo perfectamente el sentimiento de esta foto: esta vez más que nunca, dejamos un pedacito de corazón en este lugar. 

Y así fue el reencuentro: lleno de besos, risas y felicitaciones por el excelente comportamiento de nuestros ninjas con sus abuelos, que nos deja la puerta abierta para proximas escapadas de a dos. 

Ese finde, lo pasamos así, todos pegoteados todo el día: porque nos extrañamos, porque nos queremos, porque somos felices juntos. Y aunque sea la última en enterarme, aprendí que todos necesitamos despegarnos un poco de vez en cuando, sólo para extrañarnos y que los abrazos y besos vuelvan a sentirse más fuerte.
Que tengan un finde adorable!

Fotos Gaby Morales


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